Introducción
En filosofía, mientras que las preocupaciones sobre la causalidad mental se remontan a siglos atrás, la cuestión de si el epifenomenalismo socava el libre albedrío es sorprendentemente poco explorada. En la literatura contemporánea, las preocupaciones sobre la causalidad mental tienden a derivar de la preocupación de que, si existe una explicación física adecuada para cada evento, esto hace que lo mental sea causalmente superfluo (Malcolm1968, Kim 1989, 1993, 1998, 2005; O’Connor y Churchill2010). Los filósofos se han preguntado sobre las implicaciones de este problema para la viabilidad de las teorías de la mente no reduccionistas, emergentistas o dualistas, pero ha habido poca conexión entre esta disputa y el problema tradicional del libre albedrío.
Por el contrario, en las neurociencias, los investigadores suponen típicamente que cualquier amenaza a la eficacia causal de la mente consciente es también una amenaza al libre albedrío. Las investigaciones que sugieren que nuestra conciencia de las opciones se produce demasiado tarde para influir en ellas causalmente (Libet et al.1979; Libetmil novecientos ochenta y dos, 1985; Soon et al.2008; Wegner2002, 2004) se ha considerado interesante principalmente porque tiene implicaciones drásticas para el libre albedrío.
Hay tres posibles explicaciones para esta curiosa disparidad:
El caso empírico del epifenomenalismo revela una clara amenaza epifenomenal; uno que tiene implicaciones más serias para la libertad que cualquier amenaza identificada por los argumentos filosóficos a favor del epifenomenalismo.
Los filósofos son ajenos a la amenaza que representa el epifenomenalismo para el libre albedrío.
Los investigadores empíricos se equivocan al suponer que la amenaza epifenomenalista que identifican realmente tiene serias implicaciones para el libre albedrío.
Argumentaré que la explicación (3) es correcta. No es obvio que los argumentos empíricos para epifenomenismo realmente no tienen graves consecuencias para la libertad y la responsabilidad moral.