Introducción

De manera algo esquemática, se puede decir que hay tres supuestos que la economía hace sobre el bienestar. La primera es que el agente económico se centra en lo que es “bueno para sí mismo” (es egoísta). El segundo, que agrega contenido al primero, es que el bienestar es el criterio principal de evaluación del estado de cosas en la economía normativa: lo que es bueno para un agente es igual a su bienestar. El tercero, consecuencia natural del segundo, establece que el progreso económico de las sociedades se evalúa en términos de bienestar social, generalmente medido por el PIB per cápita.. Como podemos ver, el bienestar es un concepto central de la economía. Sin embargo, existen controversias sobre cómo debe entenderse. Nuestro objetivo aquí será reconstruir la forma en que el concepto de bienestar se entiende más comúnmente en economía e identificar las deficiencias de esta comprensión. Más específicamente, argumentaremos que es necesario construir un concepto de bienestar axiológicamente más rico y que, para hacerlo, hay que ir más allá de la mera noción de maximización de la utilidad (que la economía suele asumir como definiens de bienestar). Si se acepta tal comprensión del bienestar, se puede superar la dicotomía entre el interés propio y la motivación axiológica de los agentes económicos.

La estructura del artículo es la siguiente: la sección 11.2 argumenta en contra de una explicación no normativa del bienestar que reduce este concepto a la maximización de la utilidad, es decir, la satisfacción de las preferencias de uno, cualesquiera que sean (sujeto, en el mejor de los casos, a algunas restricciones formales ). La sección 11.3 analiza dos versiones de una explicación normativa del bienestar: (1) el bienestar como dependiente causalmente de los valores prudenciales pero no de los valores morales (un enfoque exclusivo); (2) el bienestar como causalmente dependiente de valores prudenciales restringidos de alguna manera por valores morales (un enfoque inclusivo). Concluye la sección final.