Causalidad humeana y conceptos de cambio centrados en eventos

En términos de causalidad, la concepción que se reconcilia más directamente con la orientación del modelado convencional es la de la causalidad humeana. Desde esta perspectiva, el análisis de la causalidad se relaciona con el rastreo de conexiones que se mantienen entre eventos, de modo que la causa de algún cambio es siempre una cadena previa de eventos de la que se sigue de acuerdo con una regla. Hume negó la posibilidad de establecer la existencia independiente de las cosas o el funcionamiento de la necesidad natural. En la filosofía humeana, las únicas propiedades de las que podemos tener conocimiento son las que dan lugar a impresiones distintas. Estas propiedades incluyen las cualidades perceptibles de los cuerpos, como su forma, tamaño, color, etc. Podemos observar las velocidades y direcciones de, digamos, dos bolas de billar que chocan inmediatamente antes y después de chocar. y podemos identificar una regularidad en la forma en que estas velocidades y direcciones están conectadas. Lo que no observamos es algo más allá de esto que constituye la capacidad de una bola de billar para mover otra. Según la explicación de Hume de la percepción y la causalidad, tal como se interpreta tradicionalmente, son las experiencias, que constituyen los eventos atómicos y sus conjunciones, las que se consideran que agotan nuestro conocimiento de la naturaleza. Según tal punto de vista, las generalidades de importancia en la ciencia deben tomar la forma de regularidades de eventos, ya que son el único tipo de generalidades que puede sostener tal posición ontológica. son las experiencias, que constituyen los eventos atómicos y sus conjunciones, las que se consideran que agotan nuestro conocimiento de la naturaleza. Según tal punto de vista, las generalidades de importancia en la ciencia deben tomar la forma de regularidades de eventos, ya que son el único tipo de generalidades que puede sostener tal posición ontológica. son las experiencias, que constituyen los eventos atómicos y sus conjunciones, las que se consideran que agotan nuestro conocimiento de la naturaleza. Según tal punto de vista, las generalidades de importancia en la ciencia deben tomar la forma de regularidades de eventos, ya que son el único tipo de generalidades que puede sostener tal posición ontológica.

Los economistas de la corriente principal reconocen de vez en cuando su herencia humeana. El célebre econométrico Hendry RF, por ejemplo, escribe:

Creo que la “causalidad” solo se puede definir dentro de una teoría. Soy humeano en el sentido de que creo que no podemos percibir las conexiones necesarias en la realidad. Todo lo que podemos hacer es establecer un modelo teórico en el que definamos la palabra “causalidad” con precisión, como hacen los economistas con y = f (x). Lo que quieren decir con eso en su teoría es que si cambiamos x (y es posible cambiar x), y cambiará. Y la forma en que y cambiará está mapeada por f, por lo que tenemos una teoría causal. Podrían dar una definición precisa o formal del mapeo f (.). Empíricamente, conceptos como causalidad son extraordinariamente difíciles de precisar. En mi metodología, a nivel empírico, la causalidad juega un papel pequeño. Sin embargo, se buscan modelos que imiten propiedades causales para que podamos implementar en el mundo empírico lo que analiza el teórico; es decir, si cambia las entradas,1990, pag. 184).

Hendry, como muchos economistas de la corriente principal, está restringido por su humeanismo a buscar correlaciones a nivel de eventos y a formas sofisticadas de análisis de datos (ver Pratten 2005).

Finalmente, la noción de cambio sostenida por la corriente principal se empobrece de manera similar. Considere, por ejemplo, la forma en que los econometristas suelen dividir las relaciones en componentes endógenos y exógenos. Al trazar esta distinción parece abrirse la posibilidad de mantener una concepción, aunque limitada, del cambio. Si algunas de las variables exógenas se interpretan como variables de elección o se entienden como instrumentos que pueden ser manipulados directamente por los formuladores de políticas gubernamentales, inicialmente parece que este grupo de élite tiene un elemento de elección para dar forma o controlar la configuración de los resultados finales. Los modelos econométricos se valoran como herramientas que pueden ayudar a los formuladores de políticas en su búsqueda de corregir o controlar patrones futuros de eventos. Sin embargo, desde la perspectiva de la economía dominante contemporánea con su énfasis en lo racional, individuos casi omniscientes, el supuesto adoptado aquí de que las variables tratadas como exógenas, los instrumentos de la política gubernamental, siguen siendo impredecibles, es difícil de justificar. Existe una tendencia persistente dentro del proyecto principal de endogeneizar cada vez más variables y una creencia subyacente de que, en última instancia, todo se puede endogeneizar3. Dentro del marco adoptado por el economista convencional, no hay disposición, ni en consecuencia margen, para transformar ningún modo estructural de determinación. La vida social se reduce a un flujo de acontecimientos. A lo sumo, cualquier concepción de cambio que pueda sostenerse es el conjunto de ajustes instigados por los responsables de la formulación de políticas a los acontecimientos y situaciones.

Así, al adoptar las prácticas de modelado convencionales de la economía dominante, se asume una serie de posiciones metafísicas u ontológicas que significan que la agencia, la elección y el cambio son, en el mejor de los casos, poco más que ilusorios.


  1. La poderosa tendencia dentro de la economía dominante a endogeneizar cada vez más variables se refleja donde los defensores de la hipótesis de las expectativas racionales afirman que los cambios en los instrumentos de política gubernamental son, en última instancia, predecibles. Por lo tanto, Sargent y Wallace señalan: “El enigma al que se enfrenta el economista se puede plantear de la siguiente manera. Para tener implicaciones normativas, debe contener algunos parámetros cuyos valores pueda elegir el responsable de la formulación de políticas. Pero si estos pueden elegirse, los agentes racionales no los verán como fijos y harán uso de esquemas para predecir sus valores. Si el economista modela la economía tomando en cuenta estos esquemas, entonces estos parámetros se convierten en variables endógenas y ya no aparecen en las ecuaciones de forma reducida para las otras variables endógenas.1976: 183). Para una discusión y crítica de tales desarrollos, vea Lawson (1994, 1997).↩︎